martes, 16 de octubre de 2012

BENEFICIOS QUE SE PUEDEN OBTENER CON EL DESARROLLO DE LA FUERZA, LA POTENCIA Y LA RESISTENCIA MUSCULAR.



 



El entrenamiento de la fuerza, la potencia y la resistencia muscular, produce en el organismo ciertos cambios fisiológicos beneficiosos, entre los más importantes tenemos:


Aumenta el grosor y el tamaño de la fibra muscular. Uno de los primeros resultados del entrenamiento de la fuerza es el incremento en el tamaño del músculo, conocido como hipertrofia muscular. Esta hipertrofia se puede atribuir a: aumento del número y tamaño de las miofibrillas por cada fibra muscular; aumento de la cantidad total de proteínas contráctiles, particularmente de los filamentos de miosina; aumento de la densidad capilar por cada miofibrilla; aumento cuantitativo y de la resistencia de los tejidos conectivo, tendinoso y ligamentoso; incrementos en los almacenamientos locales de ATP, PC y glucógeno (López y Fernández, 1998 y McArdle, Katch y Katch, 1996)



Aumenta el metabolismo corporal. El metabolismo se define como: “conjunto de reacciones químicas que tienen lugar en los tejidos vivos, con el objeto de realizar sus procesos vitales” (Morehouse y Miller, 1974). Varios estudios han demostrado que existe una relación directa entre el consumo de oxígeno como resultado de la actividad metabólica y la cantidad de peso corporal magro (sin grasa) (Hoeger, W. y Hoeger, S. 2000). A medida que aumenta el tamaño muscular, así lo hace el metabolismo en reposo; o la cantidad de energía (expresada en calorías), requerida por un individuo durante condiciones de reposo para sostener adecuadamente las funciones celulares.



Disminuye el tejido adiposo (grasa) alrededor de las fibras musculares. Esto permite también aumentar el metabolismo en reposo, ya que el tejido adiposo usa muy poca energía en reposo y puede considerarse metabólicamente inerte desde el punto de vista de uso calórico. El entrenamiento de fuerza disminuye la cantidad de tejido adiposo alrededor de las fibras musculares y a su vez produce un aumento en el tamaño de las fibras musculares.



Mejora la irrigación sanguínea de los músculos. Al poner en funcionamiento capilares que se encontraban en estado latente, permite una mejor irrigación sanguínea con el consiguiente mejoramiento del transporte de las sustancias nutritivas hacia los músculos, y la eliminación de los productos metabólicos de desecho producidos por el trabajo muscular.



El músculo es más sensible al influjo nervioso. Las neuronas motoras simples (nervios que van del sistema nervioso central hacia los músculos) en el sistema neuromuscular, se dispersan y se conectan con múltiples fibras musculares. La combinación de la neurona motora y las fibras musculares que ella inerva se llama unidad motora. El número de fibras musculares que una neurona puede inervar varia desde unas pocas hasta unas doscientas. La estimulación de una neurona motora hace que las fibras musculares se contraigan al máximo o no se contraigan en lo absoluto. Variaciones en el número de fibras musculares estimuladas y la frecuencia de su estimulación determinan la fuerza de la contracción muscular. Así, a medida que aumenta el número de fibras musculares estimuladas y la frecuencia de la estimulación, aumenta también la fuerza de la contracción muscular. El aumento de fuerza al comienzo de un programa de entrenamiento de fuerza, se ha relacionado con un aumento de actividad eléctrica del músculo, que indica un mayor reclutamiento y una mejor sincronización de las fibras, lográndose una contracción más óptima de los músculos agonistas y una relajación sincronizada de los músculos antagonistas. Los cambios iniciales en el entrenamiento de fuerza pueden justificarse en gran medida por factores de origen neural, con una contribución gradualmente creciente a medida que avanza el tiempo de entrenamiento de los factores tróficos (hipertrofia) (López y Fernández, 1998).




Aumenta la capacidad para producir contracciones fuertes. El crecimiento muscular en respuesta al entrenamiento de sobrecarga resulta primeramente en un engrosamiento de las fibras musculares individuales; así, al aumentar el tamaño, aumenta también el número de fibras musculares estimuladas y la frecuencia de la estimulación, se incrementa paralelamente la fuerza de la contracción muscular.



Se fortalecen los tejidos conjuntivos y el sarcolema. El músculo esquelético está compuesto por miles de fibras unidas entre sí por el tejido conjuntivo. Las fibras están cubiertas por una membrana delgada llamada sarcolema (Morehouse y Miller, 1974), el entrenamiento de la fuerza ayuda a fortalecer al tejido conjuntivo y al sarcolema.



Aumenta la cantidad de glucógeno en el músculo. El glucógeno es la forma en la cual se almacenan los hidratos de carbono en el organismo. El desarrollo de la fuerza permite al organismo aumentar las reservas de glucógeno en los músculos.



Aumenta la cantidad de mioglobina en el músculo. Debido a la gran afinidad de la mioglobina por el oxígeno, a mayor cantidad de está, mayor aporte de oxígeno a los músculos.



Crece el aporte de oxígeno, sustancias energéticas y mejora las posibilidades de descomposición del ATP. La fuente inmediata de energía para la contracción muscular radica en el desdoblamiento del compuesto altamente energético ATP (adenosintrifosfato). La restauración de éste es esencial para la continuidad de la actividad muscular y depende de la disponibilidad de oxígeno. Si el oxígeno se encuentra en abundancia, el aprovechamiento de las sustancias nutricias es muy eficiente, por ejemplo: por cada molécula de glucosa que se utiliza, se conduce a la formación de 38 moléculas de ATP. Se ha comprobado que el desarrollo de la fuerza aumenta la cantidad de mioglobina con el consiguiente aumento de la cantidad de oxígeno, en los músculos.

1 comentario:

  1. Como siempre aprendiendo de tus portadas , enhorabuena amigo ,saludos

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