miércoles, 16 de junio de 2010

Termorregulación y balance energético



Los mecanismos de control de la temperatura interna del cuerpo están más desarrollados para la lucha contra el calor que contra el frío. Por lo que el hombre es un animal más bien "tropical"(Pandolf, 1993).

Las reacciones del hombre al frío son sobre todo de orden comportamental, como el aumento de la ingestión de alimento y la elección de ropa cálida. La estructuración de los mecanismos fisiológicos está orientada a proteger al cuerpo del calor.

La temperatura interna, reflejada de manera bastante precisa por la temperatura rectal, es de 37 °C. La zona de temperatura compatible con la vida es de 34 °C (temperatura que ralentiza el metabolismo y provoca alteraciones en el ritmo cardíaco) hasta 45 °C (temperatura por encima de la cual la estructura proteica de las enzimas se destruye).

El hombre es un animal que vive a temperatura casi constante, por lo tanto un "homeotermo", que tiene que adaptarse a las condiciones ambientales sin cambiar su temperatura interna.

Ya vimos en el primer capítulo que del 100% de la energía gastada, el 25% se gasta en forma de energía mecánica (es decir, el acortamiento de los miofilamentos), pero el 75% se gasta en forma de calor, lo que contribuye a aumentar la temperatura interna.

Sería bastante gráfico decir que un esquiador de fondo, que recorre diariamente 30 km en el entrenamiento, incluso a -5 °C, estaría probablemente más adaptado al calor que un sedentario de Douala (Camerún).

Sin embargo, hay que considerar que el ejercicio en ambiente cálido y húmedo (higrometría o concentración en vapor de agua > 70%) es la peor de las cargas que pueden imponerse al organismo, y puede reducir el rendimiento del 10 al 15%, para un maratón que se desarrolla a 35 °C y al 80% de hidrometría (3 horas y 20 min en lugar de 3 horas).

Así, la producción de calor está muy relacionada con la intensidad del ejercicio. Durante una hora de pedaleo a 300 vatios, lo que implica un consumo de oxígeno de 3,9 l/min, teniendo en cuenta un rendimiento mecánico del 25%, significa que 300 vatios no representan más que la cuarta parte de la producción de energía total por unidad de tiempo y la energía calorífica representa el 75% restante, es decir, 3 x 300 = 900 vatios de calor a eliminar.

Si no tuviéramos ningún mecanismo termorregulador, ese ejercicio implicaría una elevación de la temperatura de unos 12 °C. Cuesta imaginar un termómetro rectal que marque 49 °C temperatura que está por encima de nuestra zona  vital.

1 comentario:

  1. capitulo...capitulo...???? que capitulo de mi colección es esta entrada, se me ha olvidado el numero..jejeje. Gracias David. un saludo.

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