jueves, 28 de enero de 2010

Controlar el ácido láctico




Por Chema Arguedas

En esta ocasión te presentamos los argumentos necesarios, y lo suficientemente elocuentes, como para que no tegas que hacer un acto de fe al iniciar la próxima temporada. Léelo con calma y no dejes pasar la ocasión de comprender, porqué hipotecarás toda una planificación y limitarás tus tiempos, por el simple hecho de mirar hacia otro lado cuando veas subir tus pulsaciones más de lo que debieran. Ahora ya no habrá excusas y más de uno se lo pensará dos veces a la hora de hacer exhibiciones dominicales o agarrarse a la cola de la grupeta y no soltarse aunque le echen agua hirviendo.




Vamos a suponer que eres un gran amante del teatro y has sido seleccionado para representar una gran obra cómica. Tu papel exige que, durante gran parte de la representación, rías y rías sin parar. Como no sabes reír durante tanto tiempo, buscas un profesor de interpretación. Tu sorpresa viene cuando te dice que, durante los dos primeros meses de ensayo, tendrás que llorar a moco tendido. ¿Suena raro no?, si lo que tienes que aprender es a reír.

Algo así te va a ocurrir, si eres un gran amante del ciclismo y quieres prepararte para ir muy deprisa en cualquiera de las pruebas ciclistas que tengas pensado participar. Si buscas un entrenador o la forma de prepararte, te dirá que en tus primeros meses de entreno, también llorarás cuando veas lo despacio que tienes que ir.



El entrenamiento y la fisiología van cogidos de la mano. Cualquier estímulo físico que apliquemos a nuestro organismo tendrá unos efectos fisiológicos. Si los provocas a conciencia y programados estarás entrenando, si los provocas sin conocimiento de causa o efecto y sin orden ni concierto, estarás saliendo en bicicleta en lugar de entrenar.



El "pique" con tus colegas de salida, es posible que esté provocando unos efectos en tu organismo, que quizás no sea el momento más apropiado.



Ahora no te vamos a dar la planificación del próximo año o decirte cómo tienes que entrenar, pero te daremos el porqué deberá ser así. Con este artículo queremos conseguir que, cuando te digamos en un futuro cómo se prepara una temporada y cómo tienes que entrenar, puedas hacernos caso... y que no seas de los que dicen que el único secreto para andar es salir.



Seguro que habrás visto en más de una ocasión, una casa de campo con su fachada rodeada de hiedra. Suponte que esa hiedra es la encargada de llevar el oxígeno y el alimento al interior de la casa. Es de imaginar que, cuanta más cantidad de hiedra envuelva su fachada, más alimento y oxigeno recibirá. La savia irá recorriendo el interior de la planta, para hacerla crecer y desarrollarse.








Ahora imagina que tu cuadriceps es la casa y lo envuelven vasos capilares en lugar de hiedra. Esos vasos capilares son los que harán llegar el oxígeno y el alimento necesario para que tu músculo trabaje. Si consigues que tus fibras musculares se recubran de la mayor cantidad posible de vasos capilares, será una de las consecuencias de haber desarrollado tus capacidades aeróbicas, con lo que todo ello conlleva. Y por lo tanto, a mayores capacidades aeróbicas, estarás más preparado para desarrollar o tener mejores prestaciones a la hora de aguantar más horas y a más ritmo, subir mejor, recuperarte antes de un esfuerzo, de una jornada, hacer series más intensas, más duraderas, etc.

Y el encargado de hacer más vasos capilares es el plasma sanguíneo -parte líquida de la sangre-.


¿Cómo se hace un vaso capilar?



El corazón en el momento de la sístole, impulsa la sangre por toda la red arterial. Al llegar una gota de plasma dentro de un capilar en el momento de la contracción, choca y se ve comprimida contra la pared del capilar. El plasma encontrará un punto del capilar que ofrecerá menos resistencia y se deformará un poco. Contracción tras contracción cardiaca llegará un momento que por ese punto más débil, se formará otro capilar y así sucesivamente hasta ir ramificando y envolviendo la fibra muscular.


Pero en todas las películas tiene que haber un malo. En la nuestra, como siempre, el malo es el ácido láctico.


El ácido láctico, se produce en el interior de nuestras células musculares, debido a la combustión incompleta de la glucosa. Cuanto menos oxígeno llegue a nuestro músculo -por rodar a más intensidad y pulsaciones-, más ácido láctico se genera.


El ácido láctico como tal, es perjudicial para la salud y no es comestible. El antídoto a ese veneno y el encargado de neutralizarlo, es el plasma sanguíneo -el mismo que hace los capilares-.



¿Cómo se hace aprovechable y comestible el ácido láctico?


El plasma sanguíneo contiene unas sustancias bicarbonatadas que, en contacto con el ácido láctico, hacen que se convierta en lactato. El lactato sí es comestible para el organismo y para nuestro músculo.



Si vamos a unas pulsaciones bajas o moderadas, el plasma sanguíneo fluye libremente por el interior de la red de capilares. Pero según nos vamos desmadrando y vamos subiendo el pulso, se va generando ácido láctico y, al detectar los vasos capilares dicha acidosis, se van haciendo más permeables lo que facilita que el plasma sanguíneo atraviese las paredes del vaso y empape las fibras musculares, con el fin de convertir el ácido láctico en lactato.



Entonces, si el plasma es el que hace más capilares y los abandona para realizar la neutralización del ácido láctico, podrás deducir que no fabricarás más vasos capilares.
Pero si te das cuenta, hay otra consecuencia en todo esto. La circulación sanguínea a la altura de nuestras fibras, ha perdido la sustancia liquida (el plasma), lo que provoca que la sangre se espese en el interior de los vasos, al quedar los hematíes, leucocitos y plaquetas entre otros elementos. El corazón para retornar la circulación debe hacer contracciones más fuertes, debido al espesamiento de la sangre, por lo que el corazón se muscula y no se agranda que es lo que a nosotros nos interesa al principio de temporada.




Si haces un periodo de acondicionamiento general como se debe, en el cual debes comenzar con unas pulsaciones bajas, que irán subiendo poco a poco a lo largo de las semanas, conseguirás que, durante mucho tiempo, haya una producción mínima de ácido láctico. Con ello, el plasma sanguíneo podrá fluir libremente e irás haciendo un porcentaje elevado de vasos capilares que podrá suponer hasta un 40% más.


Al aumentar la red de capilares en un porcentaje tan elevado, hay que tener en cuenta que la presión sanguínea descendería peligrosamente ya que la misma cantidad de líquido debe llegar a mayor cantidad de vasos. Para compensar y evitar tal circunstancia se produce un aumento de parte líquida o plasma sanguíneo. Este aumento de volumen de plasma, especialmente en los deportistas de fondo, es lo que da lugar a la pseudoanemia del deportista. Con el mismo número de hematíes y mayor volumen líquido, el hematocrito da un porcentaje menor.




Siguiente consecuencia es que al existir más plasma, el corazón recibe mayor volumen de líquido en su interior. Ello hace que al entrar más volumen de líquido, sus fibras se vayan estirando y alargando, lo que provocará un agrandamiento del corazón, llamado técnicamente cardiomegalia. Esto se traducirá en un descenso progresivo de las pulsaciones en reposo y a intensidades submáximas. O sea, que a menos pulsaciones desarrollarás más velocidad.



Por todo lo que hemos visto, es tan importante hacer una buena base a principio de temporada; para desarrollar convenientemente todo lo que he descrito y como lo he descrito. Con el paso de los años, estas adaptaciones van asentándose y no es necesario alargar tanto el tiempo de adaptación. Esto por ende, hará que suba tu nivel deportivo.

Por lo tanto, según vayan pasando las semanas, irás provocando estas adaptaciones, que te dejarán convenientemente preparado, para cuando llegue el tiempo de hacer el trabajo de calidad o las series.

2 comentarios:

  1. Qué interesante y bien explicado que está este artículo. Gracias por compartirlo!

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  2. A si es Miguel es un artículo estupendo para nosotros.
    Saludos desde el otro continente!!!

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