Posiblemente el mas simple golpe obliga a una persona a dar brincos y aullidos puede hacer que otra simplemente se sobe el dedo un momento y siga caminando con naturalidad. La diferencia entre estas dos reacciones puede deberse a que la segunda persona tenga el umbral del dolor más alto que la primera o a que su tolerancia al dolor sea mayor, esto debido a que es un aspecto individual y no aprendido por medios de estudio simplemente por experiencia o concentración manipulada.
El umbral del dolor se define como la intensidad mínima de un estímulo (la fuerza más leve de un golpe o el contacto más breve con la fresa del dentista) que despierta la sensación de dolor. Los estudios hechos en el laboratorio con diferentes tipos de personas: esquimales, pieles rojas y caucásicos, por ejemplo, indican que casi todo el mundo tiene, sobre poco más o menos, el mismo umbral del dolor. Usando una lámpara de rayos infrarrojos para elevar paulatinamente la temperatura de la piel se ha visto que la mayoría de la gente comienza a sentir dolor cuando el calor llega a los 45° (lo que no es de extrañar, pues a esa temperatura es cuando el calor empieza a dañar los tejidos), y prácticamente todos se quejan de dolor antes de que la temperatura llegue a los 47 grados.
En lo que sí hay diferencias entre las personas es en sus reacciones ante el dolor; lo que para una resulta intolerable, no altera a otra, aunque las dos sientan dolor. Hay dolores que producen varios síntomas:  angustia, depresión, náuseas y lágrimas en cierta gente pero no en otra. La tolerancia al dolor puede variar en una persona según las circunstancias y el estado psíquico. Si nos damos un golpe en el dedo gordo del pie al huir de un perro fiero o de un asaltante, probablemente no sintamos ningún dolor. El personal de los hospitales ha descubierto que la preparación psicológica suele reducir el dolor postoperatorio. Un paciente al que se le explica antes de operarlo cómo se va a sentir después, cuánto le va a doler y cuánto tiempo le durará el dolor, generalmente necesita menos analgésicos después de la cirugía que el paciente que no está preparado.
Por décadas, ha habido numerosas investigaciones acerca del dolor en ambientes deportivos. Prokop (2000) afirma que el dolor es un serio síntoma de alerta que pone un limite decisivo a la capacidad deportiva en general y sobre el alto rendimiento de un atleta en particular. Addison (1998) vincula la sensación psicológica de dolor con un proceso de valoración cognitiva de dos etapas y con una serie de respuestas del comportamiento, mediadas por factores internos y externos conjuntamente con estrategias de manejo. Ryan y Kovacic (1966) encontraron que los deportistas de contacto (artes marciales, boxeo, etc.) toleraban el dolor agudo por un tiempo mucho mayor que los atletas que participaban en deportes donde no hay contacto. Los dos grupos toleraron más el dolor agudo que los no deportistas. Los procedimientos para medir el dolor fueron varios  frío, calor, ruido, electricidad, etc.
Es por esta razón que cualquier practica deportiva y método de entrenamiento tiene aspectos individuales a tomar en cuenta, en la practica un plan de entrenamiento para un fondista debe tener un fundamento fisiológico y analizar aspectos de capacidad física para no someter a el deportista a trabajos excesivos que podría terminar en dolores de cualquier índole, muy posiblemente el dolor en una competición siempre existirá, el como se asimila depende mucho de cada individuo y también los mensajes que lleguen al cerebro de hasta donde llevar nuestro cuerpo. En conclusión el conocer nuestro cuerpo y capacidad hace que manejemos niveles de dolor en rangos y así saber cuando la actividad física llega a ser nociva.
Adolfo Roa
Entrenador Atletismo.
Fuente:
Life University.
University of North Texas.
University of Missouri – Columbia.
Temple University.
Revista selecciones de México.