Fondistas kenianos: "el secreto es entrenar y punto"
La falta de material y patrocinio, un salario irrisorio, unas instalaciones destartaladas y obsoletas y la combinación de la carrera deportiva con un puesto en la policía son sólo algunas de las trabas con las que se encuentran los reputados corredores de fondo kenianos antes de abrazar la gloria. Difícilmente en estos tiempos pueden encontrarse un importante maratón internacional donde algún keniano no esté en la cima o entre los tres primeros, tanto en mujeres como en hombres.
Paul Maina es un especialista en 1.500 y 5.000 metros. Esta semana declaró a la agencia EFE lo siguiente: "Nos tenemos que comprar nosotros el equipo y, aunque registremos la mejor marca de Kenia, eso no nos asegura participar en las competiciones más importantes, porque no tenemos patrocinante y, por tanto, no tenemos dinero para viajar a ellas".
A pesar de que los sueños de Maina pasan por representar a su país y ganarse la vida como atleta, no titubea ante la posibilidad de cambiar de nacionalidad con tal de correr al máximo nivel. "Si España me ofrece participar con ellos, yo lo haría. En Kenia hay mucha competencia y cada uno tiene que buscarse su pasto", confesó el corredor, cuya mejor marca es de 3'49" en el kilómetro y medio.
De este modo, atletas con tiempos más modestos pero con buenos contactos y patrocinantes generosos pueden acceder a correr en pruebas internacionales, algo con lo que los residentes del Centro de Atletismo de la Policía de Kibiko, a unos 50 kilómetros de Nairobi, apenas pueden fantasear.
"Mis zapatillas están ya en las últimas", asegura Maina mirándose los pies. "Pagué 2.000 chelines kenianos (unos 20 euros) por ellas y mi sueldo es de 15.000, con los que tengo que pagar también comida, alquiler, los gastos de la familia..."
Sin más pistas que los caminos aledaños al Centro de Atletismo de Kibiko, estos aspirantes a los laureles del atletismo se levantan cada mañana a las cinco para correr entre 10 y 20 kilómetros antes de desayunar, cuando el sol de estas latitudes no es aún demasiado inclemente.
Pero hay lugar para el optimismo en medio es este arduo camino, a pesar de que sólo tres corredores kenianos por especialidad puedan representar al país en unos Juegos Olímpicos. Basta pronunciar nombres como el de Abel Kirui, campeón mundial de maratón en 2009 y antiguo inquilino de Kibiko, para que las caras de los agentes-atletas se iluminen.
Gran parte del éxito de estos corredores está en su entrenamiento a casi 2.000 metros de altitud, que les acostumbra a unas condiciones hostiles que luego compensan en zonas más próximas al nivel del mar, escribió el periodista Javier Triana, de Efe.
"Mi especialidad son los diez mil metros. Los corro en media hora, pero si la competición tiene lugar en a una altitud cercana a la cota cero, puedo mejorar el tiempo en tres o cuatro minutos", aseguró el fondista Bernard Kipkorir.
El atleta, perteneciente a la etnia mayoritaria de Kenia, los kikuyu, reconoce que la tribu que mejor fama tiene en cuestiones atléticas son los kalenjin, los iniciadores de la leyenda de los corredores kenianos. Pero el secreto de todos es uno solo, según el corredor: "entrenar y punto".
Twitter: @42kilometros
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