miércoles, 14 de julio de 2010

El miedo en la competencia


Cómo muchos de los sentimientos humanos, el miedo aparece presente con asistencia perfecta en casi todas las competencias que cualquier atleta, triatleta o competidor de cualquier disciplina, a la hora de presentarse en una prueba. El nivel de importancia y/o dificultad de la misma suele producir mayores niveles de miedo o una mayor antelación en su aparición, remontándose a noches anteriores, días o incluso, al menos de ratos, llegar a aparecer durante toda una semana anterior o más aún.


¿Es malo sentir miedo? Yo siempre digo que, el día en que un desafío, una carrera, un triatlón o alguna prueba en la que me presente para intentar lograr lo mejor de mí, no me produzca miedo… ese día dejaré de competir en esas disciplinas o buscaré otra diferente.

El miedo es un sentimiento presente en las carreras y que, sobre todo los corredores, lo presentan con diferentes nombres, como si estuviera mal sentirlo. Muchas veces se lo llama ansiedad, nervios, dudas, ganas, tensión, excitación, etc. Pero es más humilde, desde mi opinión, llamarlo miedo.

El hecho de reconocerse vulnerables a un sentimiento tan poderoso como el miedo, justamente debería producir el efecto contrario: hacernos más fuertes frente a ello. Si sabemos que es lo que nos debilita, lograremos saber como superarlo y ser más fuertes. Un hecho muy importante es conocer nuestras debilidades para reforzar nuestras fortalezas. Si pudiéramos convertir esos puntos débiles en fuertes… cada vez seríamos mejores competidores.

Muchas veces el miedo cumple una función limitadora: “Tengo miedo a no llegar si corro tan fuerte” o “Tengo miedo a no poder cumplir con esa distancia” o “No quiero correr con un compañero, por que tengo miedo a no poder seguirlo” son algunas de las tantas expresiones en las que mucha gente se escuda para quedarse mucho más cómoda dentro de los logros y metas alcanzadas hasta ese momento. En ese caso, el único miedo que gobierna a todos los expresados, el miedo a la sensación de frustración.

En cada presentación en una carrera, existen varias posibilidades de éxito, pero también otras tantas de no alcanzarlo. Quien se pare en la línea de largada y aspire a las mejores pero que también sepa de esas malas probabilidades tiene dos caminos: el de hacer todo lo necesario previamente y encarar su carrera de la manera más inteligente, lo mejor preparado posible y acercarse todo lo más posible al éxito buscado, con el riesgo de caer en el “fracaso” (nótese el entrecomillado) o tiene la otra opción, la de hacer lo que sabe que ya logró anteriormente y mantenerse siempre dentro de los márgenes de seguridad de “éxito” (comillas nuevamente).

¿Quién realmente tuvo éxito en esa prueba y quien fracasó? Por eso es que considero una de las frases como la más mediocre que oí en mi vida y es la que pregona quedarse con lo “malo conocido” antes que buscar “lo bueno por conocer”. En contraposición a ésta, trato de seguir la que alienta a perdonarse el no lograr las metas pero castiga el hecho de ni siquiera haberlo intentado.

La vida competitiva está llena de aprendizajes. O al menos debería estarlo si uno quiere lograr cierta superación. Y si bien uno logra aprender cosas a cada momento, los mejores aprendizajes suelen darse en las malas carreras, en las pruebas donde las cosas no salen como uno hubiera querido. Es la mejor forma de capitalizar los errores y los malos rendimientos.

Cuando uno cruzó la línea de su propio límite, tal vez no logró cumplir la estrategia bien planeada o si tal vez la misma estaba equivocada, es un excelente momento para plantear certezas respecto de lo que deberíamos haber hecho y sobre lo que no queremos volver a repetir.

Volviendo al punto del miedo como presencia casi inequívoca en las competencias que encaramos con seriedad y ánimos de lograr metas importantes, debemos tener en cuenta la importancia metabólica que esta sensación produce. La secreción de una famosa e importante hormona como la bien conocida Adrenalina, produce un grupo de respuestas físicas muy convenientes para nuestra actividad deportiva próxima a realizarse.

Estas son, realmente, las que crean un estado de alerta y favorecen una respuesta inmediata ante un estímulo de peligro: una reacción del ser humano por su instinto y capacidad de supervivencia.

Así es que se da en nuestro cuerpo una dilatación de pupilas, que favorece la captación de estímulos externos, vaso constricción en vísceras poco útiles en una carrera y la muy conveniente vaso dilatación en la musculatura periférica, responsable de la ejecución de los movimientos y la actividad física, la que recibe por esto, una mayor irrigación sanguínea y mayor temperatura, lo que facilita las contracciones musculares y su nutrición. Se produce la relajación del músculo intestinal, situación muy conocida en la previa a una largada. Aumenta la presión sanguínea y la frecuencia cardiaca, como preparación para el aporte necesario en la respuesta inmediata del cuerpo ante el estímulo. Se da también el aumento en la capacidad de degradación de las grasas a glucógeno y también la degradación del glucógeno a carbohidratos, elemento para la obtención de la energía necesaria para el funcionamiento muscular.

Sumado a las demás respuestas, se produce además una bronco dilatación que aumenta la facilidad de captación de oxígeno del aire.

Este cúmulo de reacciones debe ser sumado, además, a la segregación y liberación de una sustancia denominada Dopamina, la cual se vuelca sobre el sistema nervioso central y produce una inequívoca sensación de bienestar anímico. Muchas veces puede ser ella la causa de que algunos se vuelvan adictos a las sensaciones de peligro.

Por ende, podemos notar que el miedo nos ayuda a encarar las competencias de una mejor manera. Prepara nuestro cuerpo, alista nuestra mente, mejora nuestras sensaciones y nos enfrenta a nuestras limitaciones. En nosotros está el hecho de proponernos superarlas apoyándonos en nuestras fortalezas a pesar de que podamos fallar. Porque si entendemos que la conquista de nuevas metas, supone el replanteo de otras nuevas mayores y/o mejores y que el hecho de no lograrlo, será motivo de aprendizajes significativos en nuestra carrera por ser mejores atletas, no tenemos absolutamente nada que perder. Sino por el contrario, todo por ganar.

Puedo perdonarme el hecho de no lograr algo, pero jamás me perdonaré el no haberlo intentado.




Por el Profe Fede www.elprofefede.com.ar

6 comentarios:

  1. David, quiero te ner miedo yaaaaaa...Bendito miedo...vamoossssssss. Interesante entrada como siempre. un saludo y gracias.-

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  2. Qué misterio esto del cuerpo. Todo está en nosotros y en la mayoría de los casos los retos, los límites, las frustraciones las cargas las ponemos nosotros, las autoimponemos. A veces rebajar el grado de exigencia o de vanidad puede suponer la diferencia entre la frustración y la estabilidad.

    Buena entrada.

    Saludos
    Jaal

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  3. GENIAL DAVID!
    una pregunta:
    que es ese texto que has puesto al final del blog? te lo han recomendado por seguridad?
    bueno, dime así si es necesario lo pongo en el mio tambien

    un abrazo

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  4. Bueno, es importante tener miedo para afrontarlo y superarlo, no?.

    Buena entrada, como siempre.

    Un saludo.

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  5. Hola David, El miedo es libre y cada uno lo afronta como mejor sabe, todos tenemos miedo al fracaso...que sería de nosotros sin él.

    Un saludo
    Quique

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  6. Amigos, es verdad cada uno afronta sus temores segun sea su conviccion y esta varia en funcion de los quimicos que lleguen al cerebro por diferentes causas.Algo complejo de explicar y estudiar.

    Ger, lo puse solo por las dudas.
    Nada de que preocuparse.
    Saludos

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