Los baños de contraste son comúnmente empleados con el objetivo de controlar el edema en fases post-agudas, con el argumento de que la vasodilatación y la vasoconstricción que son producidas por la inmersión alternada en agua fría y caliente generan en los vasos sanguíneos un efecto de "bombeo" que remueve los fluidos del sitio del edema.
Cameron [2008, p.257] menciona ese uso de los baños de contraste, pero también declara que no existen datos científicos sobre la eficacia o los mecanismos de este efecto, y recomienda al profesional que tenga en cuenta este hecho cuando considere el empleo de este procedimiento.
Merrick [2007, p.251] va un paso más allá, y sostiene que ese supuesto efecto de bombeo ignora la fisiología normal del edema, porque un edema post-agudo no es absorbido por el sistema vascular. Según este autor, tampoco se puede argumentar que se produzca un efecto de constricción y dilatación de los vasoslinfáticos, debido a que se ha demostrado repetidamente que los baños de contraste no generan fluctuaciones de temperatura en los tejidos subcutáneos, siendo esta fluctuación de temperatura la base teórica del supuesto efecto de bombeo.
Sin embargo, ambos autores exponen que los baños de contraste sí pueden tener utilidad en el control del dolor post-agudo. Cameron [2008] sugiere que esta reducción en la percepción del dolor puede deberse a que los baños de contraste proveen un alto nivel de estimulación sensorial que produce desensibilización al dolor.
Bibliografía
Cameron, M. (2008). Physical agents in rehabilitation: From research to practice (3ra. ed.). St. Louis: Saunders - Elsevier.
Merrick. M. (2007). Physiological basis of physical agents. En Magee, D., Zachazweski, J., & Quillen, W. Scientific foundations and principles of practice in musculoskeletal rehabilitation (pp. 238-254). St. Louis: Saunders - Elsevier.
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