Se viene el "dopaje genético", la posibilidad de hacer mejores deportistas con la manipulación de ADN: ellos serán los hombres 2.0 y ya encienden la polémica.
MÓNICA SALOMONE I EL PAÍS DE MADRID
El primer positivo por EPO de los Juegos Olímpicos -de la ciclista
española Maribel Moreno- es una mala noticia que sin embargo tiene una
segunda lectura: hay "un" positivo, es decir, el dopaje se ha detectado.
Hace años que se venía anunciando que Pekín 2008 serían los Juegos del
dopaje genético, una técnica que viene a ser la última elucubración para
tratar de forzar la máquina humana y sin dejar rastro en los análisis.
Hasta ahora, no hay pruebas de que haya sido así. Pero de lo que nadie
duda es que si no fue en Pekín, será en Londres 2012 o en Madrid 2016.
El dopaje genético, basado en la introducción en el organismo de genes
ajenos que mejorarían el rendimiento físico, se considera la punta de
lanza de una cuestión que trasciende el ámbito deportivo: la mejora del
cuerpo en general, con técnicas de biomedicina.
Muchos expertos advierten que tomar las riendas de la evolución para
lograr una versión avanzada de la especie humana ya no es un sueño
freak, ni de la ficción científica. Tal vez en un futuro no lejano los
padres deban decidir si regalar a sus hijos genes de resistencia al
Sida o al Alzheimer, o que les hagan más listos y longevos. ¿Se impondrá
entonces el miedo a toquetear los propios genes -en una sociedad que
rechaza, con motivos o sin ellos, los alimentos transgénicos y donde
todavía sobrevuela el fantasma de la eugenesia-, o se dará la bienvenida
a lo que muchos llaman humanos 2.0?
En el Tercer Encuentro sobre Dopaje Genético, celebrado en julio en San
Petersburgo (Rusia) y al que asistieron representantes de unos sesenta
países, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) pidió a los Gobiernos
sanciones específicas para cualquier intento ilegal de transferir genes a
los atletas. La Agencia, que aún no tiene constancia de ningún caso, ha
invertido ya siete millones de dólares en el desarrollo de pruebas
específicas para detectarlo. Para evitar que haya algún deportista que,
secretamente, lo esté usando ya, se guardarán muestras de los
participantes en los Juegos y se las someterá a los análisis pertinentes
cuando estén listas.
La idea del dopaje genético deriva de una técnica médica que se
investiga desde hace unas tres décadas: la terapia génica. Esta
metodología intenta curar enfermedades a base de actuar directamente
sobre los genes que intervienen en ellas y no sobre sus productos (las
proteínas), que es lo que hacen los fármacos habituales.
Terapia génica, por ejemplo, es intentar introducir en el organismo del
paciente genes cuya falta causa la enfermedad. O eliminar los que
predisponen a sufrir alguna patología, por ejemplo, un cáncer. Esto
último todavía no se puede hacer. De lo más cerca que se está es de la
selección de embriones que portan los genes que harán que el futuro niño
padezca una enfermedad, como la corea de Huntington. Pero todo se
andará.
Es claro, "las mismas técnicas de la terapia génica pueden usarse no
para curar enfermedades, sino para modificar rasgos de la persona", como
explica Theodore Friedman, responsable de dopaje genético de la AMA, en
una reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia
(AAAS). "Y el deporte -donde lo que se busca constantemente es mejorar-,
es el ámbito ideal para poner a prueba esta idea".
En teoría, el dopaje genético podría proporcionar músculos más fuertes y
que se recuperen antes; un mejor sistema de generación de sangre -más
aporte de oxígeno, una especie de EPO congénita-, o un metabolismo más
eficiente. Los genes con los que habría que trabajar, en principio, se
conocen. "Para el tamaño de los músculos y la fuerza, la hormona de
crecimiento; para la generación de sangre, la hormona eritropoyetina
(EPO)" dice Friedman. "No es nada sofisticado. Por eso, el dopaje
genético será inevitable".
Varios hechos apoyan su diagnóstico. En 2006, emergió en un juicio por
dopaje un e-mail del entrenador alemán Thomas Springstein solicitando un
fármaco experimental para terapia génica contra la anemia, Repoxygen,
que hace al organismo producir más EPO cuando hay menos glóbulos rojos
de lo normal. Esta petición hizo saltar la primera alarma sobre la gran
demanda potencial del dopaje genético.
La segunda han sido las innumerables llamadas que ha recibido el
investigador Lee Sweeney, de la Universidad de Pensylvania (EE.UU),
desde que anunció su trabajo con ratones Schwarzenegger. Sweeney, que
investiga en distrofia muscular, trabaja con un gen que estimula la
producción de la hormona de crecimiento y logra así cuadruplicar la masa
muscular de ratones. En algunas semanas de 2007 llegó a recibir decenas
de llamadas de deportistas y entrenadores.
Así que, si es todo tan sencillo y hay tantas ganas, ¿están ya todos los
atletas genéticamente mejorados y la AMA no lo sabe? No, o al menos no
todavía. Aunque la teoría parezca simple, la opinión general es que el
dopaje genético está aún muy verde (ni siquiera se cree que el Repoxygen
sirva realmente como dopante).
En medicina, la terapia génica ha resultado ser mucho más difícil de
aplicar de lo previsto inicialmente. Se ha visto, por ejemplo, que los
genes introducidos pueden activar otros implicados en cánceres y que
hasta entonces habían permanecido silenciosos. Por eso, para Friedman es
"una locura" que un deportista recurra ahora al dopaje genético.
¿ES ÉTICO? Pero hay otra pregunta inquietante. ¿Y si fuera posible
adquirir habilidades suprahumanas sin efectos secundarios? ¿A qué
argumentos habría que recurrir para ilegalizar las técnicas mejoradoras?
John Harris y Sarah Chan, del Instituto para la Ética de la Ciencia de
la Universidad de Manchester, repasan, y descartan, las respuestas
habituales. ¿No son también mejoras los bañadores de alta tecnología, o
una alimentación muy cuidada?, dicen. O el entrenamiento. Se diría que
el dopaje es injusto para quienes no lo practican, mientras que el
entrenamiento está al alcance de todos. "Pero el entrenamiento de elite
puede ser muy caro y estar incluso menos disponible que las sustancias
dopantes" escriben Harris y Chan en la revista Gene Therapy.
El debate vive también fuera del ámbito deportivo. Chan, que hace unas
semanas dio una charla en el Centro Nacional de Investigaciones
Oncológicas (CNIO), en Madrid, defiende que al menos algunos de los
próximos pasos en la evolución de la especie humana estén racionalmente
dirigidos por ella misma. "La llegada de nuevas formas de mejora humana
en nuestro horizonte tecnológico no implican, como muchos han anunciado,
el fin de la humanidad; es sólo el paso siguiente en el proceso
continuado de la evolución humana", escribe Chan en el boletín EMBO
Reports, de la Organización Europea de Biología Molecular.
La medicina regenerativa, la manipulación genética y los nuevos fármacos
abren la puerta a "posibilidades de mejora mucho mayores" de las
logradas hasta ahora por la medicina, dice esta experta. Así que `¿por
qué limitarnos a tratar la enfermedad?`. Además, "muchas terapias
podrían resultar en mejoras, además de en tratamientos. ¿Sería
inaceptable su uso sólo porque son demasiado efectivas?".
Mejor ir a lo concreto. ¿En qué áreas se estaría hoy más cerca de lograr
mejoras? Maija Kiuru, de la Universidad de Cornell, en Nueva York
(EE.UU.), repasa en Gene Therapy genes potencialmente interesantes y que
ya han sido usados para estudios de terapia génica en animales. Además
del de la EPO y los relacionados con la hormona de crecimiento, en la
lista hay genes implicados en la obesidad o en la propensión a quedarse
calvo, entre otros rasgos. Y no sólo el aspecto importa. También hay
genes relacionados con una mejor memoria espacial y con la capacidad de
aprender y reconocer objetos visualmente más rápido.
No es mucho, pero los investigadores creen que es sólo el principio.
Menos enfermos y más listos
La terapia génica no sólo podrá "crear" mejores deportistas, sino que su
fuerte estará en el combate a la enfermedad y el perfeccionamiento
cognitivo de la especie.
El futuro depara resistencia a enfermedades, más años de vida en buen
estado y un cerebro de alto rendimiento. Además, se tratará no sólo de
mejorarse a uno mismo, sino a los hijos que heredarán los cambios
genéticos.
Para Manuel Serrano, del CNIO, la posibilidad de modificar nuestros
genes es "totalmente realista". "Hoy día se pueden generar células madre
a partir de células de la piel, y esas células madre se pueden
modificar genéticamente. Cada uno de estos pasos se ha dado con ratones,
y en principio no veo que no se vaya a poder hacer con humanos".
Se puede hacer. Pero ¿se debe hacer? Serrano recurre al ejemplo de las
vacunas para responder que sí. "Hoy nadie duda en mejorar el sistema
inmune de sus hijos con vacunas, una mejora de por vida, irreversible.
Del mismo modo, hemos demostrado con ratones que introduciendo unas
copias extra de un gen podemos literalmente eliminar la posibilidad de
cáncer, o de Alzheimer, o de enfermedad cardiovascular... ¿Por qué
impedirlo?".
En cuanto a las mejoras cognitivas, se generan dos temores: la
posibilidad de que aumenten las desigualdades; y que dejemos de ser
humanos. Sobre lo primero, dicen Harris y Chan que "la ética de negar un
beneficio a unos pocos hasta que todos puedan disfrutar de él es
dudosa". Y sobre el segundo: "Lo que nos hace humanos es la capacidad de
dar forma a nuestro destino según los deseos y la genética y las otras
técnicas de mejora nos proporcionan los medios para ello".
Fuente:http://www.elpais.com.uy/Suple/DS/08/08/24/sds_365460.asp
A lo que vamos a llegar. En fin, que ahorro un poco, me manipulan a mi proximo hijo y que me salga atleta de elite y asi me saca de pobre. Vaya tela.
ResponderEliminarUn saludo crack
Tu crees que a base de jamon, queso de oveja y chato de vino mejoras como atleta... yo creo que si porque cuando uno esta contento corre mas y mejor.. asi que a darle a este taping! (que no tapering)Lo del doping en si es cosa de perdedores, no hay mentira mas grande que la que se hace uno a si mismo!
ResponderEliminarun saludo